Consumidor pierde cuando compra gasolinas con alcohol y gas licuado

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Desde que se realizó la llamada nacionalización de los hidrocarburos y se incrementaron los déficits de combustibles diésel y gasolina, el abastecimiento fue poco transparente, así como la calidad de los combustibles comercializados, según el ex superintendente de Hidrocarburos, Guillermo Torres.

Bajo la pasiva mirada de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, la estatal YPFB vende al consumidor final gasolinas mezcladas con alcohol no aptas para los vehículos que circulan en Bolivia y gas licuado de petróleo con residuos líquidos de otros combustibles, agregó.

En Bolivia, las naftas que se mezclan con alcohol son la gasolina especial plus, la gasolina super etanol y gasolina premium plus, que según informes oficiales cumplen especificaciones internacionales.

Sin embargo, Torres considera que no se debe analizar sólo el octanaje de la gasolina, sino percatarse de que ese combustible mezclado no es adecuado para vehículos fabricados para funcionar con gasolinas sin mezclas, ya que el alcohol tiende a corroer partes del motor, resquebrajar partes de plástico, además que la mezcla de la gasolina con alcohol suele producir una especie de chicle pegajoso que obstruye conductos internos.

Brasil utilizó el gasohol o alcohol nafta para sus vehículos que estaban adecuados para el consumo de ese combustible, lo que no ocurre en Bolivia, recordó el ex superintendente, quien también señaló que el alcohol, mezclado con gasolina, se evapora más rápido, incluso cuando el vehículo está sin funcionar. En consecuencia, el consumidor paga por un combustible que se evapora sin haber sido utilizado.

La norma boliviana que es copiada del extranjero y aprobada por decreto señala que la tensión “vapor reid” tiene que ser 7 libras por pulgada cuadrada en las gasolinas (norma API, American Petroleum Institut), cuando se mezcla con alcohol sube la tensión del vapor porque es más volátil. “Eso, además de daños en el motor, también afecta al bolsillo del dueño del vehículo porque está pagando más por un combustible que se evaporará en poco tiempo, aunque su motorizado no esté funcionando”, explicó Torres.

La gasolina normal puede estar un mes o más y no pasa nada, mientras que la gasolina con alcohol crea formaciones parecidas al chicle que taponan varias partes del motor y también crean corrosión, reiteró Torres, quien lamentó que esto no sea controlado por la Agencia Nacional de Hidrocarburos que al igual que YPFB dependen del Ministerio de Hidrocarburos y por lo tanto se observa una figura de “juez y parte”.

Llama rojiza en las cocinas

En las garrafas, el gas licuado de petróleo (GLP) debería contener propano y butano que producen la correcta llama azul; sin embargo, los envases metálicos además albergan a elementos, que no deberían estar, como las gasolinas livianas y otros líquidos que producen en la combustión una llama amarillenta o rojiza, esto es una irregularidad que debería ser controlada ´por la ANH, la cual tampoco se percata del racionamiento encubierto, a través de la tardanza de varias semanas de atención a los pedidos de GLP, especialmente de garrafas de 45 kilos, explicó el ex superintendente.

La presencia de líquidos en las garrafas es debido a que en las engarrafadoras no se está realizando el respectivo purgado que se debe cumplir de acuerdo a norma, acción que consiste en abrir la válvula del cilindro y volcarlo para que salgan las impurezas y posteriormente recién proceder al llenado con GLP.

Por lo referido, el consumidor paga Bs 22,50 por supuestamente 10 kilos de gas licuado, pero recibe menos porque devuelve la garrafa con otros líquidos que también pesan. “Las engarrafadoras nos están estafando y deberían ser sancionadas por la ANH; pero esta instancia se ve limitada porque YPFB engarrafa y también depende el Ministerio de Hidrocarburos que se pone más a favor del productor que del consumidor”, lamentó Torres.