Argentina se prepara para afrontar el impacto de un tórrido verano austral sobre su sistema eléctrico, al límite de sus capacidades por años de inversiones insuficientes y que podría entrar en tensión ante nuevos récord de demanda por las altas temperaturas.
El Gobierno de Javier Milei anunció a finales de septiembre que prepara el Plan Verano 2024-2025, con medidas para evitar que los usuarios residenciales sufran apagones.
El Ejecutivo dijo que trabaja para importar electricidad desde Brasil en los días críticos, aumentar la cesión por parte de Paraguay de la energía producida por la central hidroeléctrica binacional Yacyretá, dar incentivos a la disponibilidad de generadores térmicos y establecer un mecanismo «voluntario, programado y remunerado» para que las industrias y otros grandes usuarios reduzcan su demanda de electricidad.
Por la falta de inversiones y de mantenimiento en las últimas dos décadas, el Gobierno ha advertido que el sistema está «al borde del colapso» y, de hecho, en diciembre pasado ya había declarado en «emergencia» a todos los eslabones del sector -generación, transporte y distribución-.
Pero un informe reciente de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA), sobre la programación estacional desde noviembre próximo hasta abril de 2025, encendió las alarmas y movió al Gobierno a diseñar un plan de contingencia.
Según el informe, se esperan temperaturas superiores a las normales y precipitaciones por debajo de la media, lo que hace prever mayor demanda de electricidad y una menor generación hidroeléctrica en Yacyretá.
A ello se suma la reciente salida de servicio por 30 meses de la central nuclear Atucha I para extender su vida útil y la indisponibilidad de otras usinas generadoras por obsolescencia.
Por eso, si bien la potencia instalada de Argentina es de 43.700 megavatios, su producción será menor este verano para afrontar un pico de demanda que podría llegar a los 30.700 megavatios, por encima del récord de 29.653 megavatios de febrero pasado, lo que obligará a despachar toda la energía disponible para evitar el colapso de la red.
«La potencia instalada parece alta respecto a los picos, pero esa potencia tiene una enorme indisponibilidad. Dentro de la potencia instalada declarada hay muchas centrales de más de 50 años que no funcionan o tienen muchas fallas. Cualquier pico de demanda pone al sistema en tensión porque no hay ‘backup’, no hay resguardos», señaló a EFE Nicolás Gadano, economista jefe de Empiria Consultores y académico experto en el sector energético.
Las proyecciones de CAMMESA asumen que para el verano se importarán 700 megavatios desde Brasil, pero eso dependerá también de las posibilidades de generación hidroeléctrica de ese país.
De acuerdo a los últimos datos oficiales, el 52 % de la generación eléctrica en Argentina proviene de fuentes térmicas, un 10 % es nuclear, un 26 % es hidráulica y un 12 % de origen solar y eólico, un segmento este último que viene en crecimiento pero que encuentra su límite en la actual capacidad de las redes de transmisión eléctrica de Argentina.
Los problemas no se reducen a la generación y a las líneas de transporte de media y alta tensión. También se registran recurrentes incidentes en las redes de distribución a los usuarios, particularmente en el área metropolitana de Buenos Aires, por años de desinversión e inadecuado mantenimiento.
«Argentina viene de años con una política energética muy irresponsable, de tarifas y precios muy bajos, de poquísimos incentivos para la inversión. Todo eso, además, en un marco macroeconómico muy inestable. Entonces, el eléctrico es un sector que invirtió poco y que tiene cuellos de botella de todo tipo», observó Gadano.
Desde que Javier Milei asumió el Gobierno argentino en diciembre pasado, las tarifas eléctricas han subido fuertemente y se han dictado varias resoluciones para quitar regulaciones y aumentar los incentivos para las empresas, aunque de momento los anuncios de nuevas inversiones en el sector son escasos.
En no menos de tres años Argentina podría dejar de registrar sobresaltos en su sistema eléctrico si se hicieran las inversiones adecuadas, para lo cual, según Gadano, se requiere un marco de regulaciones más claro, políticas sectoriales de largo plazo y estabilidad macroeconómica. EFE