La inaudita cruzada del presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, por anular su derrota en las urnas pasó un Rubicón el sábado en una larga llamada telefónica en la que presionó al secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, para que “encontrase” los votos suficientes que revirtiesen la victoria electoral del demócrata Joe Biden en las elecciones del pasado 3 de noviembre. En una grabación obtenida por The Washington Post, de una hora de duración, el mandatario advierte a Raffensperger de que puede estar cometiendo “un delito” por no atender a sus demandas. “Solo quiero encontrar 11.780 votos […] porque hemos ganado ese Estado”, afirma el magnate neoyorquino, que sigue batallando contra los comicios, pese a que la justicia ha desestimado sus acusaciones de fraude.
Biden, que jurará como presidente el próximo 20 de enero, venció a Trump en ese territorio por 11.779 votos, según el escrutinio —contando dos veces— certificado por el Estado. El presidente ha tratado de anular este resultado y el de otros Estados que fueron clave en su derrota, como Arizona, Wisconsin, Pensilvania y Míchigan, pero se ha dado de bruces contra los tribunales, incluido el Supremo, y el fiscal general nombrado por él mismo, William Barr, que no halló irregularidades de entidad suficiente como para cambiar el desenlace. Aun así, el presidente y sus acólitos mantienen una ofensiva por tierra, mar y aire para anular la voluntad de los estadounidenses expresada en las urnas.
La tensión transmitida en la llamada del sábado para cambiar el cómputo resulta desconcertante. “La gente de Georgia está enfadada, la gente del país está enfadada […] Y no hay nada malo en decirlo, ¿sabes? Creo que te han fallado los cálculos”, comenta Trump al funcionario de Georgia, según el extracto publicado por The Washington Post. Raffensperger le responde: “Bueno, señor presidente, el desafío que usted tiene es que sus datos están mal”. En otro momento, Trump lanza una velada amenaza. “Eso es un delito”, señala, arguyendo que se han destruido miles de votos trumpistas, “y no puedes dejar que eso ocurra. Es un gran riesgo para ti y para tu abogado, Ryan [Germany, el letrado del secretario de Estado de Georgia]”.
El intercambio es reflejo de las presiones a las que el presidente de Estados Unidos ha estado sometiendo a las autoridades electorales de su propio partido, que han tenido que salir a defender la integridad del sistema electoral del país que se vanagloria de ser la primera democracia del mundo. Trump admitió el domingo su llamada al alto cargo de Georgia en su cuenta de Twitter y lo acusó de “no tener ni idea” y de no ser “capaz” o no estar “dispuesto” a responder sus preguntas sobre la gestión de las papeletas.
El grueso de los republicanos, tras semanas de connivencia, ha pasado página y reconocido ya a Biden como presidente electo. La revelación de esta llamada telefónica despertó críticas de nombres importantes del partido. El expresidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan, que se prodiga muy poco en los medios, rompió su discreción con un comunicado en el que denunció: “Es difícil concebir un acto más antidemocrático y anticonservador que una intervención federal para revertir los resultados certificados por los Estados y privar del derecho a voto a millones de estadounidenses”. El senador por Utah y excandidato presidencial Mitt Romney, crítico habitual de Trump, afirmó que jamás podría haber imaginado que “estas cosas ocurrieran en la mayor democracia del mundo”.
La cruzada de Trump cuenta aún con algunos apoyos en Washington que quieren hacer más ruido de aquí al 20 de enero. El miércoles tiene lugar en la capital de la nación una sesión bicameral (del Senado y la Cámara de Representantes) para contar los votos electorales de Biden y confirmarle como vencedor de los comicios presidenciales, último trámite antes de la investidura. Alrededor de una docena de senadores y varias decenas de congresistas plantean presentar objeciones y, así, forzar un voto sobre el resultado, lo que simplemente demorará y complicará la jornada. Trump, que sigue insistiendo en que hubo fraude electoral, ha llamado a una gran manifestación de sus seguidores ese mismo día.
La polémica comunicación telefónica se ha conocido a dos días de unas elecciones cruciales para la era Biden, que tienen lugar precisamente en Georgia. Demócratas y republicanos se disputan este martes los dos escaños que corresponden a este Estado en el Senado y que decidirán el control de la Cámara alta, clave para el margen de maniobra en la nueva Administración de Biden.