Exxon Mobil y Chevron, las dos empresas petroleras más grandes de Estados Unidos, el mes pasado se comprometieron a gastar más de $us 50.000 millones cada una para comprar empresas más pequeñas en unos acuerdos que les permitirán producir más petróleo y gas natural en las próximas décadas.
Pero un día después de que Chevron anunció su adquisición, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó un informe detallado en el cual concluye que la demanda de petróleo, gasolina y combustibles fósiles llegaría a su punto máximo para 2030, ya que las ventas de autos eléctricos y el uso de energías renovables iban en aumento.
La brecha entre lo que las empresas petroleras y muchos especialistas en energía creen que sucederá en los próximos años nunca ha sido tan marcada.
Las grandes empresas petroleras están redoblando sus esfuerzos en la extracción de gas y petróleo y en su procesamiento para convertirlos en combustibles que se usan en motores, plantas eléctricas y maquinaria industrial. Además, con unas cuantas excepciones, no pretenden gastar gran cosa en alternativas como las energías solares y eólicas y las baterías para automóviles eléctricos.
“Están invirtiendo en lo que prometieron”, señaló Larry Goldstein, director de proyectos especiales en la Fundación para la Investigación sobre Políticas Energéticas, una organización sin fines de lucro con sede en Washington que se especializa en petróleo, gas natural y productos derivados del petróleo.
Los funcionarios de la AIE, la cual fue creada por Estados Unidos y sus aliados durante la crisis petrolera de la década de 1970, creen que las empresas petroleras están haciendo una mala apuesta. Ellos señalan el crecimiento asombrosamente rápido de las energías renovables y la venta de autos eléctricos, motonetas y otros vehículos: uno de cada cinco vehículos nuevos vendidos este año opera con baterías, a diferencia de uno de cada 25 en 2020.
“La transición a las energías limpias está ocurriendo en todo el mundo y es imparable”, señaló Fatih Birol, director ejecutivo de la agencia.
Los tipos de energía que usan la gente y las empresas —y cómo las usan— durante las próximas décadas tendrán enormes consecuencias ambientales y económicas. La mayor parte de los especialistas en cambio climático afirman que es fundamental eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero (las cuales resultan principalmente de quemar combustibles fósiles) para 2050 a fin de prevenir los efectos más graves del cambio climático.
Los ejecutivos petroleros rechazaron las proyecciones de la AIE y afirmaron que el mundo necesitará sus productos durante mucho tiempo más.
“Yo, en lo personal, estoy en desacuerdo, las empresas más importantes están en desacuerdo, la OPEP está en desacuerdo y todos los que producen gas y petróleo también están en desacuerdo”, comentó Scott Sheffield, director general de Pioneer Natural Resources, empresa que Exxon aceptó comprar en $us 60.000 millones la segunda semana de octubre. Sheffield agregó que la AIE no comprende “la demanda de nuestros productos”.
El ejecutivo prosiguió: “¿Quién va a remplazar la turbosina? ¿Quién va a remplazar los productos petroquímicos? ¿Qué alternativas remplazarán todo eso?”.
La compra de Pioneer ampliará la presencia de Exxon, ya de por sí importante en la cuenca Pérmica que es una gran zona rica en gas y petróleo en Texas y Nuevo México. Este acuerdo duplica con creces los bienes de Exxon en la cuenca.
Asimismo, la adquisición de Hess por parte de Chevron es una enorme apuesta a la producción en aguas profundas frente a la costa de Guyana, el prospecto petrolero de mayor crecimiento en el hemisferio occidental. El acuerdo hará que Chevron sea un socio minoritario de Exxon, el principal operador en el campo.
Los dos acuerdos les dan a las empresas inversiones en campos donde los costos de producción son bajos y en zonas que son muy estables, cuando los suministros futuros del petróleo procedentes de lugares como Rusia y Venezuela son más inciertos.
Los ejecutivos petroleros no son ajenos a las crecientes preocupaciones sobre el cambio climático. Ellos afirman que la consolidación les ayudará a invertir más en la tecnología que casi no se ha probado para captar dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero, y enterrar bajo las profundidades de la tierra para siempre. También plantean que pretenden invertir grandes sumas de dinero en hidrógeno, un combustible potencialmente más limpio.
“En este momento, la consolidación tiene que ver con brindarles a las empresas el nivel para ser más resilientes y cumplir con diversas prioridades al mismo tiempo”, señaló Daniel Yergin, el historiador del petróleo que escribió acerca de las anteriores olas de fusiones en la industria petrolera en su libro El Premio.
La AIE concuerda en que durante un tiempo crecerá la demanda de petróleo, pero a niveles mucho menores, cosa que hará que los precios disminuyan y les dificulte a muchas empresas competir con los grandes productores, como Arabia Saudita, la cual puede producir petróleo a un costo muy bajo.
“Hay demasiadas corporaciones que cotizan en la bolsa”, comentó Sheffield. “Es mejor que las independientes se consoliden en corporaciones más grandes y eficientes. La seguridad energética se logra con compañías grandes”.
Los ambientalistas como Mark Brownstein, vicepresidente ejecutivo del Fondo para la Defensa del Medioambiente, señalaron que las grandes empresas petroleras estaban perdiendo una importante oportunidad de reinventarse.
“Me parece que esta ola de fusiones y adquisiciones no es en realidad parte de una transición al futuro, sino una serie de actores de la industria tratando de exprimir lo último del modelo de negocios existente”, comentó Brownstein. “Más bien, se trata de adquirir activos para seguir teniendo liquidez”.