A pesar de que los cupos de exportación están vigentes desde hace 16 años, la venta al exterior de alimentos y sus derivados no para de crecer. Sin embargo, fuentes del sector productivo precisaron que si se liberara todo el potencial productivo y exportador de la agroindustria, el país entre 2008 y 2022 hubiera recibido un ‘extra’ de $us 6.000 millones. Algo que no sucedió debido a las restricciones vigentes. Una gran pérdida para el país si se toma en cuenta la escasez actual de dólares en la economía boliviana.
Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) en la actualidad son 41 productos los que tienen cupos para su exportación o como bien detalla la Cámara de Exportadores, Logística y Promoción de Inversiones (Cadex), los productos para los que se debe tramitar un Certificado de Abastecimiento y Precio Justo para poder exportar son: soya y sus derivados, carne bovina, azúcar y derivados de caña de azúcar, maíz y sorgo, entre otros.
Ante este escenario, las cifras del IBCE, con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejan, a manera de ejemplo, que desde 2018 el valor de las exportaciones de estos productos “que tienen un candado”, fueron en aumento.
Así, en la gestión de 2018 se exportaron $us 882,4 millones; en 2019, el monto llegó a los $us 822,4 millones, en 2020 hubo una recuperación y fueron $us 983,2 millones. En 2021, se vendieron al exterior, $us 1.637 millones y en 2022, el desempeño de las exportaciones registró ventas por un monto de $us 2.517 millones.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Fuentes del sector productivo lamentaron que el actual Gobierno, siga con la misma política de cupos, creada durante la presidencia de Juan Evo Morales, y que debido a esas restricciones a las exportaciones de productos no tradicionales, entre 2008 y 2018, el país perdió cerca de $us 4.000 millones.
A ese monto se deben agregar otros $us 2.000 millones que corresponde al periodo 2019-2022. Lo que hace un total de $us 6.000 millones en divisas que Bolivia dejó de percibir, “frenando el desarrollo empresarial y del país”.
Sobre el tema, María Esther Peña, gerente técnica del IBCE, subrayó que a pesar de los cupos crecen las agroexportaciones; que a pesar de la falta de biotecnología, crecen las exportaciones de alimentos; no obstante remarcó que de haber libre exportación y pleno uso de biotecnología, sin necesidad de aumentar un solo metro cuadrado de superficie cultivada, solo por el incremento de la productividad por las semillas genéticamente modificadas y, por la libre exportación, “las ventas externas del país en este campo podrían incrementarse por más de 1.000 millones de dólares, sin mayor dificultad”.
Peña detalló que si se habilitan adicionalmente las zonas de producción de granos en el Beni, en tres años el país podría estar exportando alimentos por más de $us 6.000 millones “ello dependerá de la seguridad jurídica para la tierra y la inversión agrícola; la confianza que se tenga en el país hacia adelante, y de las adecuadas políticas públicas que dejen producir y exportar al sector sin restricciones”, precisó.
Mercado interno
Desde el Gobierno reiteraron que los cupos de exportación de algunos productos están relacionados con el objetivo de garantizar antes el abastecimiento del mercado interno y que esos productos se vendan a un precio justo.
Néstor Huanca, ministro de Desarrollo Productivo, remarcó que esta medida de ninguna manera “busca asfixiar a Santa Cruz”, sino que tiene el objetivo de “garantizar el abastecimiento” de carne de res, azúcar, aceite y derivados de la soya a la población y que estos alimentos se comercialicen a un precio justo.
Huanca sostuvo que el Gobierno debe garantizar que la población tenga alimentos a precio justo y que su oferta sea la adecuada, y que una vez se garantiza aquello, los excedentes se pueden exportar sin ninguna traba.
En su momento, Benjamín Blanco, viceministro de Comercio Exterior e Integración, subrayó que la restricción de algunos alimentos para su exportación forma parte de la política gubernamental de cuidar el mercado interno, de evitar que por la falta de ciertos productos su precio se encarezca y esto genere un aumento en el costo de vida de los bolivianos.
Para Blanco una vez que se cubre la demanda interna, los exportadores tienen luz verde para comercializar en el exterior sus excedentes, “todo depende de su competitividad, de la capacidad de cumplir con el mercando nacional, para luego exportar”, señaló la autoridad.
La Cadex detalló que, de los 41 productos con cupos para su exportación a excepción del maíz, el mercado interno está totalmente abastecido, por lo que hay excedentes para ser exportados de entre el 30% y 80%, según el producto.
La institución puntualizó que los productos en los cuales la oferta nacional es deficitaria son el trigo, la harina de trigo y el maíz. En el caso del último producto hasta hace algunos años la producción nacional era suficiente para el abastecimiento interno y con excedentes exportables.
“En los casos en los que se tienen excedentes después de abastecer el mercado interno, consideramos que no se justifica la medida. Por el contrario, con una política de incentivo a la producción y mejora de la productividad se podría contar con mayores excedentes, que al ser exportados generarán empleos y mejora en la economía del país”, manifestó la Cadex.
Jaime Hernández, gerente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), indicó que los productos con cupos para su exportación (en el sector oleaginoso) son la harina solvente, la harina integral, el aceite y el grano de soya. Estos productos para ser comercializados al exterior están limitados en función al certificado de abastecimiento de mercado interno a precio justo.
“El consumo del mercado interno es de un 20% del volumen de producción del grano de soya anual. Es una medida innecesaria mantener los cupos de exportación porque el abastecimiento del mercado interno está garantizado”, aseguró Hernández.
En la misma línea, la Cámara Nacional de Industrias Oleaginosas de Bolivia (Caniob), hizo notar que los productos que tienen cupos en el mercado interno son la harina solvente de soya y la cascarilla. Productos que la plaza nacional consume entre el 18% y el 20 % de la producción total, por lo que consideran que ante una demanda tan pequeña por parte del mercado interno, “no se justifica la existencia de cupos, que condicionan la emisión de los certificados de exportación”.
Sobre los efectos de las limitaciones en el comercio internacional, Peña remarcó que los cupos de exportación afectan la competitividad de los exportadores en su lucha por conquistar mercados internacionales, ya que los ponen en desventaja frente a grandes competidores como EEUU, Brasil, Argentina y Paraguay.
“A la hora de ofertar sus productos y no poder planificar adecuadamente los tiempos de entrega hay un daño en la imagen del país, ya que al estar su oferta regulada, se pierde credibilidad; finalmente, se pierde la oportunidad de ingresar una mayor cantidad de divisas, las cuales son fundamentales para mantener la estabilidad del tipo de cambio y permitir un mayor crecimiento de la economía nacional”, observó Peña.
Germán Molina, analista económico, subrayó que los datos del INE de 2022 en donde se indica que las exportaciones no tradicionales totalizaron un valor de $us 3.872 millones, tienen sabor a poco debido a los cupos.