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Los viticultores apuestan por unificar la producción nacional

Con la finalidad de avanzar hacia la consolidación de la industria, Camargo será la sede de la Feria Nacional Vitivinícola (Fenavit) 2023, que se realizará del 3 al 5 de marzo. Los organizadores se comprometieron a garantizar las condiciones para recibir a más de 1.500 visitantes, para quienes se prepara actividades que incluyen música, danza y cata de vinos. Los productores encaran el desafío de ganar la preferencia del mercado nacional.

El fin de semana se realizó el lanzamiento de esta feria y fue una oportunidad para que los dueños de bodegas, viñateros, autoridades y expertos reflexionen sobre el futuro de esta industria, a partir de su coyuntura actual.

Para el somelier Felipe Chilet ya existe un avance hacia ese reto, con la valoración de las cepas autóctonas: la moscatel de Alejandría, la viscocheña y la misionera, además con la optimización de las industrias.

“Si vemos lo que pasa en Tarija, te das cuenta que hay mucha exportación, la calidad de procesos ha mejorado y se ha tecnificado. En Camargo estamos en un proceso, primero entendiendo lo importante de revalorizar el producto nacional, entendiendo que tenemos cepas autóctonas y endémicas, que no todos los países tienen”, explicó.

Ese camino incluye también la promoción de eventos como el Fenavit. Para crear un lazo entre las regiones productoras, el alcalde de Camargo, Dorfio Mancilla, comprometió la presencia de stands tarijeños, la invitación será para las marcas, el gobernador Oscar Montes y las autoridades de Cercado y Uriondo.

Además, el ejecutivo municipal apuntó a mejorar las condiciones de hospedaje para quienes lleguen a la feria.

“Teníamos una deficiencia, pero se está solucionando porque se están habilitando casas de alojamientos temporales, vamos a pasar las 1.500 camas que vamos a tener entre casas y hoteles”, declaró.

La organización del Fenavit hizo hincapié en la necesidad de articular el bloque de departamentos productores, a fin de generar un crecimiento conjunto.

“Mostramos la vocación productiva de estas zonas. Tradicionalmente la cuna de vinos y singanis en el país fueron los cintis. Sin embargo, vemos ahora con beneplácito que los cultivos se extendieron en Tarija, Cochabamba, Potosí, La Paz y Santa Cruz. Ahora invitamos a todos los actores a pensar estratégicamente”, expresó.

Obstáculos

En reiteradas ocasiones, quienes se dedican a la fabricación de vinos y singanis mostraron su preocupación por el ingreso permanente de contrabando, botellas con un costo menor al de las que son hechas en Bolivia. Eso se suma a obligaciones impositivas que encarecen la producción nacional.

En criterio de Felipe Chilet, las empresas tienen que trabajar aún en el branding y mejorar la presentación, además de promocionar las cualidades que diferencian a las bebidas que se elaboran en el país.

“Tenemos que entender que los vinos de regiones más pequeñas van a costar más, porque cuesta más conseguir uva y vinificar. Pero la calidad de esa uva o ese vino también es distinta (…) Tiene que haber decisión política real para detener el contrabando, eso afecta al consumo de un producto boliviano”, mencionó.

En general, quienes conforman el sector destacaron como cualidad de que haya cepas de origen, las condiciones climatológicas que favorecen a los cultivos y la uva que tiene características que marcan una diferencia a la hora de fabricar vinos y singanis. Al mismo tiempo, marcaron la necesidad de trabajar en estrategias para mejorar los procesos productivos y la presentación de cada una de las marcas.

SourceEl País

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