El Gobierno está decidido a importar petróleo crudo para reducir la sangría de recursos que significa la importación de combustibles, pero antes debe superar obstáculos logísticos, técnicos y de mercado, según analistas.
El 20 de enero de 2022, aprobó el Decreto 4661, que difiere el gravamen arancelario al 0% para la importación de petróleo hasta el 31 de diciembre de 2022.
El objetivo de la norma era reforzar la producción nacional de hidrocarburos líquidos; disminuir la subvención asociada a la importación directa de insumos, aditivos y diésel oil; beneficiar al Estado con la comercialización de otros derivados que se obtengan del procesamiento del petróleo; y usar a plena capacidad las refinerías del país.
La medida no se logró concretar en toda la gestión, de acuerdo con los reportes del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El 21de diciembre de 2022, no obstante, la administración de Luis Arce volvió a diferir a través del Decreto 4843 el gravamen arancelario al 0% para la internación de crudo desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2023.
“En 2022, se pretendía traer petróleo por el norte argentino, pero esa idea no funcionó debido a las restricciones que tenía ese país para exportar crudo”, indicó el consultor Álvaro Ríos, ex ministro de Hidrocarburos.
Para Guillermo Torres, también ex ministro de Hidrocarburos, los principales obstáculos para las compras externas del combustible son el tipo de refinerías que tiene Bolivia y el precio de la materia prima que requiere.
“Es una falacia decir que se va a importar petróleo cuando nosotros no tenemos las refinerías adecuadas para tratar los petróleos pesados que se comercializan en el mercado internacional. Nuestras refinerías han sido diseñadas para procesar el condensado (que se extrae del gas natural), el cual es un petróleo liviano, característico del país”, explicó.
“Si quisieran usar crudo importado, tendrían que realizar modificaciones profundas que por lo menos van a tomar tres años, como la introducción de plantas para purificar el petróleo”, acotó.
Torres detalló que el petróleo crudo que se produce en Bolivia es más “limpio”, al no tener contaminantes como el azufre, mientras que la mayor parte de los petróleos que se ofertan en el mercado internacional contienen ese químico que corroe los equipos de las refinerías. Acotó que el petróleo que es similar al boliviano es escaso y “carísimo” por sus características ecoamigables.
Ríos sostuvo: “Hay que buscar el petróleo para el cual han sido reformadas las refinerías en Bolivia, es un crudo liviano particular que tal vez cueste conseguirlo. Se puede (también) mezclar el condensado que tenemos en el país con crudo pesado importado, hacer un crudo adaptable a las refinerías nacionales para sacar mayor cantidad de diésel”.
“El tema técnico se puede solucionar”, remarcó el socio director de Gas Energy Latin América.
Medidas estructurales
Hugo del Granado, ex vicepresidente de YPFB, coincidió en que se debe importar crudo “con las características adecuadas para las refinerías bolivianas”, aunque consideró que el principal problema está en la logística.
Antes que gas, apuntó, Bolivia exportó petróleo a la Argentina a través de ductos propios y del vecino país, “ductos que tienen que revertir su dirección para que pueda importarse petróleo”.
Esta operación debe concretarse tras un acuerdo mutuo entre YPFB y Enarsa, empresas estatales que deben coordinar cronogramas e inversiones. “Aparentemente, eso no se ha hecho hasta la fecha. Tampoco ha concluido la negociación para firmar un contrato de largo plazo con condiciones más favorables” en términos de precios para Bolivia, acotó.
Del Granado sostuvo igualmente que Bolivia puede importar petróleo por Chile, aprovechando la infraestructura que hay para la exportación boliviana de crudo reducido y otros hidrocarburos, todo tras realizar la operación para revertir el flujo de los hidrocarburos.
“Los trabajos en el oleoducto a Arica requieren de mayor inversión y de compresores de mayor capacidad, porque el petróleo tiene que subir desde la costa a alturas de más de 4.000 metros” sobre el nivel del mar. “La inversión a la Argentina es menos intensiva”, aseveró el experto.
La importación por ducto desde Arica, pasando por Oruro, requiere de adecuaciones que se pueden hacer “más adelante”, opinó Ríos, para quien la primera opción es Argentina.
Torres observó que el antiguo oleoducto Camiri-Yacuiba, que se usó para exportar petróleo a Argentina en los años 70, tenía una capacidad de 10.000 barriles por día. “Con el déficit actual de la gasolina y diésel, se requerirá importar más de 50.000 barriles por día. Habría que construir una nueva línea y asegurar la compra en el mercado argentino”, precisó.
“Nunca hemos importado petróleos, eso lo saben los técnicos que hemos trabajado en refinación, pero los políticos hablan de memoria, hacen propaganda, pero mucho de lo que dicen no lo hacen y no lo van a poder hacer”, dijo el ex ministro, quien apuntó que la internación de este producto trae también consigo otros problemas, como el tratamiento de los desechos que dejan los petróleos pesados.
Este medio solicitó a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) información sobre los resultados del Decreto 4661 y sobre las proyecciones para el Decreto Supremo 4843, pero no recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.
El 26 de enero pasado, tras la aprobación del Decreto 4661, el ministro de Hidrocarburos, Franklin Molina, anticipó que esa norma junto con el incremento de la compra de etanol busca garantizar el abastecimiento de combustibles en el mercado interno.
El objetivo era ahorrar unos $us 150 millones en 2022, ya que el procesamiento para la producción de gasolina, diésel y aceites se realizará en las refinerías del país, lo que reducirá la compra desde el exterior de estos productos procesados.
“Con el incremento de los volúmenes de etanol, la importación de petróleo crudo y un aumento esperado del 100% en la producción actual del crudo en el país, nuestras refinerías podrán elevar su producción a un 85%”, indicó la autoridad.
Ríos consideró que la internación de crudo “es una medida acertada y le da un respiro a Yacimientos”. “Ayuda a la pobre gestión financiera y de divisas que tiene YPFB; “ayuda a que las refinerías no paren” y ayuda a bajar el elevado margen de refinación” del diésel en el mercado externo, el cual aumenta los costos de importación de ese combustible.
“El margen de refinación del diésel en el mercado internacional ha estado caro todo 2022 y parece que seguirá elevado en todo el 2023”, anticipó.
YPFB prevé reducir entre un 20 y 30% la importación de diésel y gasolina en 2023 por medio de ajustes logísticos y la lucha contra el contrabando, y otro porcentaje por medio de la producción de agrodiésel. Ello, además del plan de exploración que impulsa.
Los decretos que bajan al 0% el gravamen arancelario para la importación de petróleo crudo “no nos van a quitar el peso de tener que importar diésel y gasolina, pero sin duda en algo van a ayudar a la precaria situación que tiene YPFB”, aseveró Ríos, quien insistió en que la solución estructural al problema no está en las importaciones, sino en la exploración.
El valor de las internaciones de combustibles se disparó en los últimos siete años, pasando de $us 655 millones en 2016 a 3.657 millones a octubre de este año, según datos del INE.
“Bolivia no puede quedarse importando petróleo, gasolina o GLP por los próximos 30 años”, manifestó Álvaro Ríos.