dada la baja elasticidad de su oferta, es probable que el Brent alcance los $us 115 por barril para finales de 2023.
La demanda mundial de petróleo responde a los cambios del PIB. De hecho, su consumo ha disminuido en 2,4 millones de barriles al día en lo que va del año con la desaceleración en las economías occidentales y la política COVID Cero en China. Su consumo ha sido particularmente débil en las economías desarrolladas, con 1,5 millones de barriles al día menos, pero también en las emergentes, con 0,9 millones al día menos, sobre todo en China, donde la contracción es de 0,8 millones de barriles por día hasta octubre.
Ahora, de cara a 2023, esperamos que las economías occidentales entren en recesión en el primer semestre, con una contracción moderada del PIB en el año en EEUU, y en la Eurozona, de menos del 0,2%. Por su parte, las autoridades chinas han establecido medidas para apuntalar un débil crecimiento, pero existe la posibilidad de que su proceso de reapertura pos-COVID-19 sea desordenado, por lo que puede producirse un repunte moderado de su crecimiento en 2023, de un 4,5%, frente al 3,2% en 2022. Además, la moderada recuperación en Japón este año puede extenderse y aumentar un 1,5% en 2023. Pero la disminución de la demanda mundial y el endurecimiento monetario pueden pesar en las naciones del norte de Asia, Taiwán y Corea del Sur. India, con un sector externo mucho menor, puede ser que se vea menos afectada y su PIB se expanda en torno a un 6%, tras un 7% este año. Además, las economías de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental pueden seguir beneficiándose de las reubicaciones de las cadenas de suministro. Es el caso de Vietnam.
Con todo, este pronóstico global implica una débil demanda de petróleo en el primer semestre de 2023, seguido de un repunte a medida que las economías occidentales se recuperan y se produce la reapertura de China. Así que es probable que la demanda mundial de petróleo aumente en 2,4 millones de barriles al día en 2023 hasta los 102 millones por día, ligeramente por debajo del máximo histórico de 2019.
Por su parte, el suministro mundial de petróleo ha aumentado en lo que va del año en 3,4 millones hasta 101,6 millones barriles al día, cerca del máximo histórico de finales de 2018. Pero se espera que haya disminuido ya en noviembre con la decisión de la OPEP+ de reducir las cuotas de producción en 2 millones de barriles diarios, que continuará en 2023.
Al mismo tiempo, es probable que la producción de petróleo de esquisto de EEUU pierda fuerza. Su expansión en lo que va del año ha sido de 0,7 millones de barriles al día, gracias al inventario de pozos por completar, lo que se ha agotado en gran medida. Se requieren nuevas inversiones para expandir más su producción, pero los costes de mano de obra y de materiales han aumentado significativamente, en el caso de las tuberías de perforación, 4,2 veces desde 2020. La estabilización del número de plataformas en torno a 620 parece indicar que estas empresas siguen comprometidas con la disciplina de la inversión. Así que esperamos que el petróleo de esquisto estadounidense se expanda a ritmo más lento en 2023, y añada menos de 0,5 millones de barriles al día.
Además, los países no pertenecientes a la OPEP+, sobre todo Canadá, Brasil y Noruega, están produciendo por encima de los niveles anteriores a la pandemia y su potencial para aumentar más el suministro parece restringido. A ello se añade que es probable que la producción rusa permanezca limitada por las sanciones. Los embargos de la UE y el Reino Unido a las importaciones rusas de crudo transportado por vía marítima entraron en vigor este lunes. En caso de embargo a gran escala al transporte de petróleo ruso, la capacidad de las flotas involucrada en transporte ilícito, junto con los petroleros rusos, indios y chinos, será insuficiente para el volumen actual de las exportaciones rusas. Así que es probable que el suministro ruso disminuya otros 0,7 millones de barriles al día, hasta 10 millones, frente a los 11,3 millones de barriles al día de 2022.
Adicionalmente, la mayoría de miembros de la OPEP+, el cartel en el que participa Rusia, no están cumpliendo con sus cuotas de producción, lo que incluye a proveedores importantes como Nigeria, Angola, México, Azerbaiyán y Malasia. De hecho, la brecha entre cuotas y producción real es de 2,5 millones de barriles al día. La falta de inversión, la agitación social y otros factores explican estas brechas, pero, sea lo que sea, es poco probable que la situación cambie a corto plazo. Hay que tener en cuenta que la capacidad excedentaria se concentra en pocos grandes proveedores, Arabia Saudita – al mando–, Emiratos Árabes Unidos e Irak. De manera que es muy probable que la OPEP+ iguale cualquier debilitamiento de la demanda mundial con nuevos recortes de suministro, poniendo mínimos al precio del petróleo. Cualquier bajada del barril de Brent por debajo de $us 80 es poco probable o será temporal.
Con todo, esperamos que el mercado del petróleo esté bastante equilibrado ya en el segundo semestre de 2023. Para entonces, es previsible un aumento de la demanda con la recuperación en las economías occidentales y China. Así que, dada la baja elasticidad de su oferta, es probable que el Brent alcance los $us 115 por barril para finales de 2023.
De todas formas, hay riesgos a la baja para el precio del petróleo. De más a menos probable: una recesión global más profunda de lo esperado; que China mantenga su política COVID Cero, una mayor expansión de la producción de petróleo de esquisto en EEUU, un acuerdo en la guerra en Ucrania, que la OPEP+ no reduzca tanto el suministro o un cambio de régimen en Irán. También hay factores que pueden hacer que aumente su precio: dificultades en Europa para reponer almacenamiento de gas; repunte económico en China antes y/o más fuerte de lo esperado; que las economías occidentales eviten la recesión; ataques o sabotajes a instalaciones de producción; o una reducción significativamente mayor de lo esperado del suministro ruso.
Jean Pierre durante economista de Pictet WM.