Entre el 1 de abril y el 17 de mayo, el precio internacional de la tonelada de trigo pasó de 361 a 469 dólares, situación que obliga al Estado boliviano a destinar mayores recursos a la importación y subvención de harina para evitar un incremento del precio del pan de batalla. Sin embargo, analistas alertan una elevada expansión del gasto que derivará en un déficit fiscal superior al 8,5 por ciento en 2022.
Además de la importante reducción de la oferta mundial de trigo a consecuencia del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, el panorama se vuelve más complejo con la decisión de India de frenar sus exportaciones de este alimento con la finalidad de abastecer su consumo interno. En este contexto, el precio internacional tiende a incrementarse aún más.
Según el economista Germán Molina, los países que no son autosuficientes en la producción de trigo, como Bolivia, deberán importar el alimento a precios más elevados mientras dure el conflicto bélico, de modo que hay una tendencia al incremento del precio.
El analista explicó que esta situación impactará en la política de subvención del precio del pan, de modo que el Estado boliviano deberá aumentar los recursos destinados a este subsidio. En consecuencia, se aumentará el gasto público y se incrementará el déficit fiscal.
“El impacto a fin de año se va a reflejar en un déficit fiscal mayor al 8,5 por ciento que se ha programado este año. Van a buscar que se mantenga, se va a hacer todo el esfuerzo, pero hasta ahora, con la información que se tiene y con las tendencias y variables, estaría complicado”, agregó Molina.
Al margen del aumento de recursos destinados a la subvención del trigo y la harina, el analista dijo que el Estado deberá atender otro tipo de gastos como las vacunas contra el coronavirus dado el inminente ingreso de la quinta ola. Por ello, Molina considera que el déficit fiscal está por encima del 8,5 por ciento en 2022.
Según datos oficiales, la oferta de trigo en Bolivia es de 592 mil toneladas, pero la demanda es de 822 mil.