El título de esta nota parece un sarcasmo; pero no es así, su sentido va más por el convertir la crisis en una buena oportunidad.
La declinación de los campos hidrocarburíferos nos da por lo menos tres lecciones: se debe reponer oportunamente las reservas con más exploración, no se debe colocar a políticos en funciones técnicas y tampoco es saludable que un país dependa de sólo un rubro productivo.
La escasez de gasolina y diésel además de la próxima escasez de gas licuado y gas natural también nos dan tres lecciones: No crear subvenciones políticas irracionales, desarrollar aceleradamente fuentes energéticas alternativas como la hídrica, solar y eólica, y transformar el parque automotor que usa combustibles fósiles a la electromovilidad.
La crisis alimentaria que ya empezó con el encarecimiento de la canasta familiar nos obliga a pensar en mejorar nuestra dieta sustituyendo alimentos caros como las carnes de vaca, cerdo, pollo y pescado por verduras, legumbres y cereales que tienen más nutrientes y precios más bajos.
La escasez de dólares nos obliga a pensar en el uso de los criptoactivos en billeteras digitales u otros mecanismos, incentiva a los profesionales a combinar las finanzas con la ingeniería e incluso a crear nuevas formas de riqueza en base a la tecnología ligada al internet.
El COVID 19 fue una maldición para la salud, se llevó muchas vidas de nuestros seres queridos; pero también nos obligó a aprovechar mejor la tecnología del celular, a conectarnos al internet para realizar el teletrabajo y las teleclases, obligó a los mayores a conocer las “app” y redes sociales que en condiciones normales ignoraban, abarató costos de transporte, despertó iniciativas de ventas virtuales, en fin, la pandemia nos obligó a salir de nuestra zona de confort.
Si del cielo caen limones, aprende a hacer limonada, indica un dicho de la sabiduría popular y tenemos limones: el litio que puede almacenar energía y ser la base para fábrica de baterías y coches eléctricos.
Otros limones son los programas y normas de cambio de matriz energética que actualmente duermen y pueden ser el marco para reemplazar el contaminante transporte público que funciona con combustibles fósiles por buses eléctricos que no emiten gases y también brindan el tesoro del silencio.
Adicionales limones son los productos vegetales que tiene Bolivia como la quinua, lentejas, soya, amaranto y muchos más que pueden reemplazar y superar los valores nutritivos de las costosas carnes, además pueden disminuir los índices de obesidad, hipertensión, diabetes y otras enfermedades muy comunes en nuestro país.
Unos limones más son las minas de criptomonedas como la que se intenta tener con los desperdicios de gas en el Pozo Warnes X 1, estas minas nos pueden solucionar el problema de los dólares escasos, pues se puede aprovechar la energía para subir a piscinas espaciales donde se elaboran las criptomonedas que tienen más fuerza y libertad que el dólar que es manejado hasta políticamente.
Las crisis surtidas que hacen sufrir al país, vistos con mirada inteligente, pueden ser oportunidades de gran progreso, reordenamiento, mejor salud y de apertura a una modernidad más amable con el ambiente, además develan que las currículas de colegios y universidades son obsoletas y deben cambiar para servir realmente. El nuevo conocimiento ya no está en libros de antaño, ni en las mentes de anticuados profesores que recitan de memoria su conocimiento.
Por lo indicado, reitero el título de este artículo: ¡Qué bueno: no hay gasolina ni dólares y se acerca la hambruna!, siempre que sepamos aprovechar las crisis, pues de lo contrario seremos devorados por ellas y nos sumergiremos agonizantes en las pobrezas económica, social, moral e intelectual.