Las empresas europeas se enfrentan a la dura competencia de la gigantesca industria solar china. Christophe Ballif, experto suizo en energía solar, analiza los serios retos -y las oportunidades- que plantea la supremacía solar china y explica por qué el nicho suizo del sector aún tiene un futuro brillante.
El fabricante suizo de paneles solares Meyer Burger es uno de los pocos fabricantes europeos de paneles solares que quedan tras la saturación del mercado con importaciones chinas más baratas. Pero el mes pasado anunció que su
futuro parecía incierto tras la retirada de su principal clienteEnlace externo. ¿Qué opina de la crisis de Meyer Burger? ¿Sigue teniendo futuro?
Christophe Ballif: Está claro que tendrán que procurarse clientes rápidamente. De lo contrario, les resultará extremadamente difícil continuar en su forma actual.
Pero espero de verdad que encuentren una solución. Meyer Burger es una de las pocas empresas occidentales que ofrecen tecnología de células solares propia con excelentes prestaciones. Todavía conserva mucha propiedad intelectual valiosa. Además, tiene nuevas tecnologías en proyecto, que el grupo ha desarrollado con socios suizos como el CSEM.
La energía fotovoltaica será probablemente la principal fuente de electricidad del siglo y una importante fuente de energía, utilizada masivamente en el futuro para fabricar hidrógeno para el acero, amoníaco y fertilizantes, por ejemplo. Así pues, es necesario mantener una parte de la tecnología en manos occidentales.
Pero debemos aceptar que la situación es muy difícil. En un mercado como el europeo, en el que no existen barreras comerciales contra los productos asiáticos o son escasas, en el que no hay cuotas para los productos europeos y en el que sólo se conceden pequeñas ayudas estatales dispersas -en contra de lo que se esperaba tras los anuncios realizados sobre la Ley de Industria Neta Cero de la UE-, no se puede luchar contra lo que ha ocurrido en China en los últimos dos o tres años.
SWI: ¿A qué se refiere?
C.B.: En los últimos tres años, China ha invertido unos 100.000 millones de dólares (88.500 millones de francos suizos) en la cadena de suministro de módulos solares, sólo en equipos de fabricación e instlaciones relacionadas. Eso ha provocado un enorme exceso de capacidad; hay demasiadas líneas de producción. En un año, el precio de un módulo fotovoltaico se ha dividido por tres.
La industria china es muy buena bajando los costes y adoptando todos los elementos de última generación en sus líneas de producción, ya que están bajo presión para competir con otras empresas chinas. Sus productos principales pueden evolucionar más rápido, por ejemplo fabricando células solares más grandes con una eficiencia ligeramente superior modificando rápidamente sus equipos de producción. Es muy difícil competir en igualdad de condiciones.
SWI: El jefe saliente de Meyer Burger, Gunter Erfurt, ha acusado a los políticos europeos de tener «demasiado miedo a China» y de «no estar preparados para proteger a la
industria solar europea de la competencia desleal». ¿Está de acuerdo?
C.B.: Tiene razón. La solar es una industria estratégica. Lo mismo ocurre con las baterías o los coches eléctricos. Todos ellos son activos necesarios para la transición energética.