Hasta el 31 de agosto, los incendios en Bolivia devastaron 3,8 millones de hectáreas, según datos del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). De esta superficie afectada, el 60% corresponde a pastizales y el 40% a bosques, informó Eulogio Núñez, director ejecutivo del INRA.
Núñez destacó que estos incendios, a menudo denominados “cicatrices de quema”, no solo afectan áreas vírgenes, sino también terrenos de pastizales y barbechos. “De los 3,8 millones de hectáreas, el 60% son en pastizales, no en monte virgen ni vegetación alta”, explicó el director, aclarando el impacto diferencial en distintos ecosistemas del país.
La mayor parte de la superficie afectada se concentra en el departamento de Santa Cruz, con el 59% del total, seguido por Beni con el 38%. En menor medida, La Paz registra el 2% y Chuquisaca un 0,2%, mientras que otros departamentos no han reportado daños significativos.
Además, los incendios afectan principalmente a tierras de propiedad mediana empresarial, que representan el 46% de las áreas quemadas, mientras que el 25% corresponde a tierras fiscales no disponibles y el 9% a tierras fiscales disponibles.
A pesar de los esfuerzos de bomberos forestales y las recientes lluvias provocadas por la estimulación de nubes, el panorama sigue siendo crítico. Las autoridades informaron que los incendios han sido controlados en un 90% en Beni y en un 70% en Santa Cruz, pero el daño ambiental y la densa humareda continúan afectando a la población y la biodiversidad en varias regiones del país.
El INRA y el Ministerio de Medio Ambiente actualizan la información sobre los incendios cada 15 días, ofreciendo un monitoreo constante de la situación. Mientras tanto, la población boliviana sufre las consecuencias directas de esta catástrofe ambiental que pone en riesgo la flora, la fauna y la salud humana.