Repisas que forman un panal para exponer muestras y la meta de desentrañar científicamente las bondades nutricionales, medicinales y cosmetológicas de la variedad de mieles que se producen en el Chaco de Bolivia caracterizan a la primera apiteca del país abierta este año en el municipio sureño de Monteagudo.
Esta singular ‘biblioteca’ de mieles tiene un espacio en la sede de la estatal Universidad Mayor San Francisco Xavier (USFX) en Monteagudo e inició un proceso para recolectar las muestras de miel producida en el Chaco boliviano que comprende territorios en las regiones de Chuquisaca -donde está la iniciativa- Santa Cruz y Tarija.
Por ahora están expuestas unas 50 muestras de mieles rubias, ámbar, rojizas y negras de los municipios chuquisaqueños de Monteagudo, Huacareta y Villa Vaca Guzmán, producidas por las apis mellifera y por abejas nativas.
«Lo que queremos es aumentar, tener más muestras y en lo posible de todo el territorio boliviano para tener material para hacer estudios de todo el potencial apícola que tenemos en nuestro país», explicó a EFE el presidente de la Federación Departamental de Apicultores de Chuquisaca (Fedach) y docente universitario, Alain Paniagua.
El ingeniero agroforestal señaló que actualmente los consumidores creen «que la miel es una sola» y «que la abeja es una fábrica que va al campo y hace un solo tipo de miel».
Ramillete de variedades
Pero la realidad es que hay mieles de «diferentes colores y sabores», y las variantes dependen de factores como la vegetación, el clima, el suelo e incluso el periodo del año, indicó.
Por ejemplo, una miel cosechada de un mismo lugar en distintos momentos «va a ser totalmente distinta» porque, por ejemplo, en septiembre florecen unos árboles y en noviembre otros, precisó.
Las mieles rubias tienen más vitaminas que las oscuras y se usan para la cosmetología, Además tienden a cristalizarse más rápidamente, lo cual no es un indicador de mala calidad, como se suele creer, sino que es «la forma de conservación» del alimento, agregó.
Las mieles oscuras son preferidas por quienes hacen actividad «física o intelectual» por su alto contenido de minerales como el calcio o hierro.
También está la miel de urundel, un árbol chaqueño, que es rica en flavonoides.
Paniagua explicó que se apunta a hacer «estudios sobre el contenido nutricional, la diferencia entre una época y otra en la misma zona, la diferencia entre una zona y otra (…) y algunas propiedades medicinales que puedan tener», para dar fe científicamente de estas bondades de las mieles chaqueñas que, además, son orgánicas.
Mencionó el caso de Nueva Zelanda, donde la miel negra producida a partir del arbusto manuka antes era rechazada, pero ahora tiene alta demanda después de que se comprobaron científicamente sus propiedades antioxidantes y contra las afecciones gástricas, entre otras.
Apoyo a la producción
Chuquisaca es la principal región apicultora en Bolivia, ya que de los 3 millones de kilos que se producen anualmente en el país, un millón se elabora en ese departamento.
Las mieles del Chaco boliviano «están entre las mejores del mundo» y una prueba de eso fue la medalla de oro lograda por un productor de Tarija con una miel de mistol en Apimondia, en el Congreso Mundial de Apicultores en Chile en 2023, destacó Paniagua.
El presidente de la Asociación Regional de Apicultores del Chaco Chuquisaqueño (Arach), Eduardo Álvarez, destacó que la apiteca será «de mucha importancia y valor» para mostrar la «diversidad de tipos de mieles» que hay en la zona.
«También nos va a contribuir a llegar a los mercados, que la gente conozca las características de la miel y no solamente veamos sus colores, sino también las cualidades que tiene cada tipo de miel», dijo Álvarez a EFE.
La apiteca recibe apoyo del proyecto ‘Fortalecimiento de la Gestión Integral y Sostenible de la Biodiversidad y los Bosques por parte de los Pueblos Indígenas y las Comunidades Locales en Ecosistemas Frágiles de los Bosques Secos del Chaco boliviano’.
El proyecto, con el nombre abreviado GEF Chaco porque es financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, en inglés), es ejecutado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).