Bolivia se encuentra entre los países con la gasolina más barata del mundo, según el sitio especializado Global Petrol Prices, que recopila datos sobre los precios minoristas del combustible a escala global. Con un precio de 3,74 bolivianos por litro, equivalente a 0,54 dólares, la gasolina en Bolivia es la segunda más económica de Latinoamérica, sólo superada por Venezuela. A nivel mundial, Bolivia ocupa el duodécimo lugar en una lista de 171 países, precedido únicamente por naciones exportadoras de petróleo.
Este bajo precio de la gasolina en Bolivia es posible gracias al subsidio estatal que se mantiene desde diciembre de 2004. Durante ese periodo, el dólar se cotizaba a poco más de 8 bolivianos, según datos históricos del Banco Central de Bolivia.
Álvaro Ríos Roca, analista y consultor internacional en hidrocarburos, explica que los países exportadores de petróleo pueden permitirse aplicar subsidios que mantengan la gasolina a precios internos bajos debido a sus abundantes ingresos por exportaciones. Es el caso de países como Irán, Ecuador, Venezuela y Nigeria. En contraste, los países que son netos importadores de petróleo, como Bolivia, generalmente no subsidian los combustibles porque su economía no se los permite.
En 2022, el subsidio a los combustibles en Bolivia representó el 11,6% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, equivalente a más de 5 mil millones de dólares sobre un PIB de 44.010 millones de dólares. Estos datos se encuentran en el estudio “Precios y subsidios a los hidrocarburos en Bolivia 1986-2025”, publicado por el Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad) y elaborado por Mauricio Medinaceli Monrroy y Marcelo G. Velázquez.
Situación compleja
La situación de Bolivia es aún más compleja debido a su alta dependencia de la importación de combustibles. Recientemente, el presidente del Estado reveló que el país importa el 56% de la gasolina y el 85% del diésel que consume. Álvaro Ríos explica que esta dependencia, junto con el hecho de ser un país mediterráneo que debe pagar la logística de internar estos productos al centro del continente (entre 0,18 y 0,20 dólares por litro), pone a Bolivia en una “situación tremendamente complicada”.
Luis Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, advierte que la subvención a los carburantes es cada vez menos sostenible y requiere un reajuste y sinceramiento de precios. Sin embargo, considera que éste no es el momento adecuado para hacerlo debido a los problemas fiscales, la creciente presión inflacionaria, los conflictos sociales y la poca gobernabilidad. Romero asegura que, tarde o temprano, Bolivia tendrá que enfrentar este desafío con los sacrificios necesarios.
El subsidio a los combustibles en Bolivia ha permitido mantener precios bajos durante casi dos décadas, pero la creciente dependencia de las importaciones y los elevados costos logísticos plantean serias dudas sobre su sostenibilidad a largo plazo. Mientras el debate continúa, el país enfrenta la difícil tarea de equilibrar la necesidad de mantener precios accesibles para la población con la urgencia de ajustar su política de subsidios en un contexto económico y social complejo.
$us 1.406 millones para carburantes
La subvención a los combustibles (gasolina y diésel) llegará este año a 1.406 millones de dólares, según el Presupuesto General del Estado (PGE) 2024.
De ese monto, 842 millones de dólares son para diésel; 521 millones, para insumos y aditivos (gasolina); 22,5 millones, para el incentivo a los hidrocarburos; 15,5 millones, para engarrafado de gas licuado (GLP), y 5,3 millones, para gasoil.
En 2023, el Gobierno destinó un total 1.821 millones de dólares para la subvención a los combustibles.