América Latina hasta ahora está logrando capear la turbulencia económica ocasionada primero por la pandemia, luego por la inflación y finalmente por las alteraciones y tensiones generadas por la guerra en Ucrania y ahora también en Oriente Medio. El desafío que tiene por delante es impulsar el crecimiento inclusivo, reducir los niveles de deuda y aprovechar nuevas oportunidades.
“Los países de la región no solo mostraron resiliencia frente a los grandes shocks de los últimos tres años —la pandemia, el aumento de inflación mundial, las tensiones comerciales entre las principales economías y las condiciones financieras mundiales más restrictivas— sino que, además, supieron dar una respuesta adecuada desde el punto de vista de las políticas macroeconómicas”, dijo Rodrigo Valdés, director del Departamento del Hemisferio Occidental, del Fondo Monetario Internacional.
El economista chileno recordó que cuando se desató la crisis financiera mundial de 2008, el entonces gobernador del banco central de México, Guillermo Ortiz, expresó aliviado que “esta vez no fuimos nosotros” los causantes, refiriéndose a las economías de los países en desarrollo.
Crecimiento inclusivo
La década previa el mundo se había sacudido como consecuencia de las crisis financieras denominadas “efecto tequila”, que se originó en México en 1994: la crisis económica asiática de 1997, también conocida como “el efecto dragón”; y la desarrollada en Brasil en 1999 o “efecto caipirinha”. Como consecuencia de estos remezones, los sistemas financieros en los países emergentes fueron alentados a implementar una serie de reformas que han demostrado su valía a lo largo de los años.
“El déficit fiscal primario de las cinco economías más grandes y con un marco de tipo de cambio flexible y metas de inflación —Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, grupo conocido como AL5— aumentó seis puntos porcentuales del PIB en 2020, mientras que en la región en su conjunto el aumento fue de cuatro puntos porcentuales. Esto contrasta con un aumento de siete puntos porcentuales en las economías avanzadas y con poco más de cinco puntos porcentuales en las economías de mercados emergentes de otras latitudes”, precisa Valdés.
Valdés observa que “de hecho, frente a la mayor escalada inflacionaria desde la adopción de los sistemas de metas de inflación, los países actuaron con excepcional rapidez, y subieron las tasas de interés más temprano y hasta niveles más altos que otros países. Ahora la inflación está disminuyendo, las monedas se han apreciado en los últimos meses y el debate en la actualidad gira en torno al ritmo de futuros recortes de las tasas de interés, que algunos países ya han puesto en marcha, a diferencia de lo que sucede en otras regiones, donde aún se está deliberando sobre nuevas alzas”.
Es notable también que las expectativas de inflación a mediano plazo hayan variado poco en América Latina, lo que pone de manifiesto la credibilidad de los marcos de metas de inflación, un fenómeno observado en varios otros países a través del mundo. Además, la región no experimentó ninguna tensión financiera considerable, a pesar de las bruscas fluctuaciones cambiarias. Esto es atribuible a la mejora de la regulación y supervisión financiera de las últimas dos décadas.
Desafíos
Varias economías se enfrentan a niveles excesivos de deuda pública. Un problema que afecta incluso a economías robustas y que de hecho ya existía antes de la pandemia cuando había una preocupante trayectoria ascendente que ponía de manifiesto la necesidad de seguir trabajando para garantizar la sostenibilidad. Esta labor se torna incluso más difícil en medio de condiciones externas menos favorables.
Valdés concluye señalando que “también hay desafíos más profundos que exigen urgente atención en la región, como: fomentar el potencial de crecimiento a largo plazo y superar el estancamiento de la productividad; mejorar la distribución persistentemente desigual del ingreso; contribuir a mitigar el cambio climático y a adaptarse a sus efectos; frenar el avance de la delincuencia y disminuir la sensación de inseguridad, que son las preocupaciones que encabezan las encuestas; además de adaptarse a la digitalización. la automatización y la robotización”.