La UE ha dejado atrás lo peor de la crisis energética. De hecho, Bruselas lleva tiempo apretando a los estados miembros a retirar las medidas extraordinarias que se pusieron en marcha para paliar los efectos que dejaron en los precios, con un incremento récord que marcó un tope en octubre del pasado año. Ahora la inflación se va rebajando, precisamente por la caída de los precios de la energía, pese al repunte en las últimas semanas; y los 27 llegan el invierno con buena parte de los deberes hechos. Uno de los principales retos en el último años y medio -desde que empezó la guerra en Ucrania- fue diversificar las fuentes de energía y aumentar las reservas de gas.
En Bruselas respiran con alivio en la presentación del Estado de la Energía de la UE de 2023 porque el almacenamiento de gas se encuentra en el 98% para encarar el frío. “De cara al invierno 2023-2024, la UE está mejor preparada para garantizar su seguridad energética, gracias a acciones bien coordinadas para llenar los depósitos de gas de energía, la diversificación de las rutas de importación de energía y de las infraestructuras, las inversiones en energías renovables y eficiencia energética, y los esfuerzos colectivos para reducir la demanda de energía”, señala la Comisión Europea en un comunicado.
La UE puso en marcha un sistema de compras conjuntas de gas con el objetivo de reducir la dependencia de Rusia, que era uno de los principales objetivos. En el caso del gas, aún se importan de ese país en torno a 40 o 45 bcm frente a los 155 de 2021. El año pasado se redujo aproximadamente a la mitad. En el caso del petróleo, la bajada ha sido mayor y se sitúa en el 90%.
Los 27 también se pusieron como reto la reducción del consumo, que ha alcanzado el 18% en comparación con los últimos cinco años.
La otra estrategia con la que la UE trató de sobrevivir a la crisis energética fue el impulso a las energías renovables. En mayo, por primera vez en la historia, la producción de electricidad a través de las energías eólica y solar superó la procedente de los combustibles fósiles. Aparejado a ello, se redujo un 3% la emisión de gases de efecto invernadero.
“Puede que los peores efectos de la crisis hayan quedado atrás, pero no hay espacio para la complacencia”, advierte la Comisión Europea: “Los mercados de la energía siguen siendo vulnerables, las ayudas a los combustibles fósiles han aumentado durante la crisis, la inflación aún sigue siendo alta y nuestra infraestructura crítica necesita ser protegida de las dependencias externas”.