Los gobiernos y las empresas deberán adoptar rápidamente medidas para mejorar y ampliar las redes eléctricas alrededor del mundo, concluye un informe especial publicado esta semana por la Agencia Internacional de Energía (AIE). Para cumplir con la transición energética y llegar al cero neto de emisiones de carbono en 2050, se requiere incorporar o mejorar al menos 80 millones de kilómetros de tendido eléctrico.
Las redes han formado la columna vertebral de los sistemas eléctricos durante más de un siglo, suministrando energía a hogares, fábricas, oficinas y hospitales, y su importancia aumentará a medida se vaya dejando atrás el uso de combustibles fósiles. El nuevo informe “Redes Eléctricas y Transiciones Energéticas Seguras”, de la AIE, presenta un inventario de las redes existentes, el primero en su tipo, en todo el mundo.
Redes eléctricas
La investigación encuentra signos de que los tendidos de distribución no están siguiendo el ritmo del rápido crecimiento de tecnologías clave de energía limpia, como la solar, eólica electromovilidad. Sin una mayor atención política e inversión, las deficiencias en el alcance y la calidad de la infraestructura de la red podrían dejar fuera de alcance el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C y socavar la seguridad energética, advierte el informe.
Para alcanzar todos los objetivos en materia de clima y energía será necesario agregar o reemplazar 80 millones de kilómetros de líneas eléctricas para 2040. Esta cantidad equivale a toda la red mundial existente, según un análisis detallado país por país realizado por la AIE. También son esenciales cambios importantes en la forma en que operan y se regulan las redes, mientras que la inversión anual, que ha permanecido prácticamente estancada, debe duplicarse a más de $us 600.000 millones al año para 2030.
Ya están surgiendo problemas. El informe identifica un atraso grande y creciente de proyectos de energías renovables que esperan luz verde para conectarse a la red, y señala que 1.500 gigavatios de estos proyectos se encuentran en etapas avanzadas de desarrollo. Esto es cinco veces la cantidad de capacidad solar fotovoltaica y eólica que se agregó en todo el mundo el año pasado.
“El reciente progreso en materia de energía limpia que hemos visto en muchos países no tiene precedentes y es motivo de optimismo, pero podría correr peligro si los gobiernos y las empresas no se unen para garantizar que las redes eléctricas del mundo estén preparadas para la nueva economía energética global que está surgiendo rápidamente”, afirmó el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol. “Este informe muestra lo que está en juego y lo que es necesario hacer. Debemos invertir en redes hoy o enfrentarnos a un estancamiento mañana”, añadió.
Líneas
El papel de la electricidad seguirá creciendo con fuerza, aumentando la demanda de las redes. La adopción de nuevas tecnologías, como los coches eléctricos y las bombas de calor, significa que la electricidad se está expandiendo a ámbitos antes dominados por los combustibles fósiles. Mientras tanto, los países están añadiendo proyectos de energía renovable a un ritmo rápido, lo que requiere más líneas eléctricas para conectarlos a los sistemas eléctricos y redes de distribución de alto funcionamiento para garantizar un suministro confiable para los clientes finales. Esto incluye la digitalización de las redes de distribución y permitir una mayor flexibilidad a través de la respuesta a la demanda y el almacenamiento de energía.
El informe de la AIE desarrolla un nuevo escenario en el caso del retraso en el desarrollo de la red de distribución. Examina lo que sucedería si la inversión no aumenta lo suficientemente rápido y las reformas regulatorias son lentas. Concluye que las emisiones acumuladas de dióxido de carbono (CO2) entre 2030 y 2050 serían casi 60.000 millones de toneladas más altas debido a un despliegue más lento de las energías renovables, lo que resulta en un mayor consumo de combustibles fósiles. Esto equivale a las emisiones totales de CO2 del sector energético mundial durante los últimos cuatro años. Colocaría el aumento de la temperatura global muy por encima del objetivo del Acuerdo de París de 1,5 °C, con un 40% de posibilidades de superar los 2 °C.
La necesidad de una acción decisiva por parte de los gobiernos, las empresas y los inversionistas es urgente debido a los largos plazos para modernizar y ampliar las redes. Planificar, autorizar y completar una nueva infraestructura de este tipo suele tardar entre 5 y 15 años, en comparación con 1 a 5 años para los nuevos proyectos de energías renovables y menos de 2 años para una nueva infraestructura de carga para vehículos eléctricos.