Las energías renovables existieron durante siglos pero empezaron a ganar atención en las últimas décadas y se convirtieron en un tema de urgencia en la agenda global en los últimos años por su rol fundamental en la carrera contra el cambio climático. Son cada vez más los países que adoptan e implementan políticas, programas y metas para promover su uso y aumentar su participación en la matriz energética.
En Argentina hoy las energías renovables representan el 12% de la matriz energética. De acuerdo con la Ley de Energías Renovables, promulgada en 2015, el objetivo es que alcancen el 20% para el 2025 y, según el Plan Energético presentado por el Gobierno, la cifra de la meta se elevaría al 30% para el 2030. ¿Es posible? ¿Cuáles son los principales desafíos y qué se necesita para potenciar el desarrollo en el sector? De eso se habló en el primer capítulo del evento de Energía organizado por LA NACION.
“El tema es complejo y la respuesta tiene varias aristas”, planteó Alejandro Einstoss, Jefe del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, en una charla moderada por Sofía Diamante, periodista de la LA NACION. Por un lado, “Argentina tiene un problema con el capital que demanda el sector energético. La energía renovable requiere capital intensivo y, si a esto se suma el riesgo que supone el país, ningún proyecto es renovable”, explica. “Hoy los precios están completamente distorsionados. Hay que bajarlos”.
Por otro lado, Einstoss explica que en el país hay un problema de raíz con la regulación inicial de los años 90 en relación al sistema de transmisión que obstaculiza y restringe las inversiones del sector privado. “El sistema de transmisión eléctrica está al límite y desde 2010 no hay ampliaciones significativas. Las expansiones de la red que vimos hasta ahora estuvieron a cargo del estado pero no es suficiente”, indica el directivo y concluye que, si se quiere ver una expansión masiva, es necesario un cambio de fondo: “Creo que hay que revisar las normas y generar un marco regulatorio que incentive al sector privado a invertir en el sistema de transmisión”.
Desde el sector privado, Gustavo Anbinder, Director de Negocios y Desarrollo de Genneia, cree que aunque la intención de desarrollar el campo de las energías renovables ya está en marcha, el proceso tiene que acelerarse. “Si el sector privado no entra, el avance se frena”, resume. Para el directivo, hay algunos proyectos en los que, aunque ya está definido el marco regulatorio, falta trabajar en una puesta en práctica efectiva. “Hay que trabajar en la instrumentación y estabilidad del sistema: definir cómo se va a recuperar el dinero de las inversiones y qué prioridad de uso van a tener aquellos que las hagan, entre otras cosas”.
Coincide con Anbinder en la importancia de la participación del sector privado en el desarrollo de energías renovables Juan Carlos Villalonga, Presidente de GLOBE International. ”Pasadas las rondas de licitaciones del programa RenovAr, siguió el movimiento de iniciativas en el campo de las energías renovables a través de contratos privados. Esto demuestra el compromiso de la descarbonización de las empresas”, señaló. Sin embargo, los recursos tienen un límite y “la política tiene que ser clara”.
Villalonga está convencido que el de las energías renovables es un sector que, con las condiciones dadas, despega. “Lo que logró el programa RenovAr fue dar el contexto para que las inversiones se sientan cómodas y seguras, pero durante los últimos cuatro años no hubo una vocación importante para apoyar al sector”, dijo. “Necesitamos un estado con una fuerte convicción”.
Por otro lado, todos los referentes del rubro identifican como conflictiva a la disonancia entre la infraestructura real con la que cuenta el país, y la que necesita para lograr la meta del 30% de la matriz energética para 2030. “La restricción de la infraestructura es un severo limitante para la expansión de las renovables”, aseveró Villalonga. “Necesitamos más puertos, carreteras, grúas, compañías de construcción y recursos humanos calificados en cantidad para poder llegar”, agregó Anbinder.
En un capítulo especial dentro de los desafíos del sector de energías renovables está el tema del hidrógeno, en el cual Villalonga es experto. El directivo destacó que actualmente hay un proyecto de ley orientado al futuro del hidrógeno en el país, y que esto es fundamental porque va a dar un horizonte de previsibilidad, algo imprescindible para el desarrollo del sector. “Las inversiones del hidrógeno no son a corto plazo y van a plasmarse recién dentro de cinco u ocho años, cuando emerja el mercado del hidrógeno. Y son inversiones que hoy cuentan con un alto grado de incertidumbre”.
En este contexto, Villalonga remarcó la necesidad de garantizar certidumbres, por lo menos regulatorias, en el sector de las renovables. “Argentina presenta oportunidades importantes, pero el mercado global es extremadamente competitivo, y la política tiene que entenderlo. Nuestros molinos van a competir con los de Chile, Australia y Marruecos. Por eso tenemos que bajar costos y aportar previsibilidad y estabilidad a los inversores”, ilustra y concluye: “Se va a comprar hidrógeno a aquellos países que sean proveedores estables y políticamente aliados. El inversor va a buscar un partner, un socio y, en este rubro Argentina, un país históricamente zigzagueante en materia de política internacional tiene un gran desafío”.