El apagado de las redes inalámbricas 2G y 3G para servicios móviles, consiste en la desconexión de estas tecnologías más antiguas que van cayendo en desuso por la evolución tecnológica, es un proceso que ya está en marcha en varios países del mundo, y paralelamente va de la mano de la implementación 5G.
A nivel global, varios países comenzaron la desconexión de redes 2G y 3G, reemplazadas con tecnologías más avanzadas y eficientes. En América Latina, el acercamiento a esta propuesta es dispar, pero la madurez de 4G comienza a generar las condiciones para concretarla.
Esa decisión estratégica de los operadores responde a varias razones, entre las que se encuentran aspectos de costos, consumo de energía, eficiencia en la administración de infraestructura, y aprovechamiento de las frecuencias del espectro radioeléctrico. El proceso no es nuevo, dado que el sector de telecomunicaciones ya lo atravesó también con las redes de telefonía celular analógicas o de primera generación, allí donde las hubo.
En lo que respecta a la 2G y la 3G, varios operadores de servicios móviles en el mundo han comenzado este proceso, con diversos enfoques. En algunos países, el apagado de las redes ha comenzado por la tecnología más antigua, la 2G. Sin embargo, existen mercados donde aún se observa una relativamente alta utilización de estas redes para aplicaciones máquina a máquina (M2M) o de Internet de las Cosas (IoT). Y al mismo tiempo, el uso de 3G “cuyo atractivo principal era la conectividad de datos” ha sido sustituido por completo, o casi, por la alternativa superadora en este rubro de 4G. En dichos mercados, el apagado se ha encarado entonces por la 3G.
Entre los factores a tener en cuenta al momento de planificar la desconexión de una red, resaltan especialmente dos: la cobertura y la migración de usuarios. Antes de pensar en quitar de circulación una tecnología determinada, es preciso que exista una alternativa para la continuidad del servicio, para lo cual se requiere de cobertura geográfica con una nueva tecnología, que los usuarios del servicio cuenten con un dispositivo o terminal apto para conectarse a la nueva red. Ambos aspectos suelen darse progresivamente con la maduración o masificación de las nuevas tecnologías, un proceso que suele demorar algunos años.
En América Latina, varios países se están aproximando en estos apartados a la madurez necesaria para avanzar con el apagado de las redes. Brasil, por ejemplo, en junio de este año llegó muy cerca de cubrir sus 5.570 municipios con redes 4G. Muy probablemente en los próximos meses alcance la cobertura total del territorio bajo esta tecnología.
En Chile, mientras tanto, las conexiones móviles 3G son menos de 2 millones, frente a un total de más de 20 millones de conexiones 4G, mientras que las de 2G son prácticamente inexistentes para la transmisión de datos. El punto de inflexión cuando 4G derrocó a la 3G en Internet móvil se dio a fines de 2016, a partir de allí, la caída de la tercera generación se mantuvo constante.
Finalmente, en Ecuador el total de líneas celulares activas GSM (2G) se mantiene por debajo de los 2 millones en los últimos años, acompañada también de una reducción las conexiones UMTS y HSPA (3G), aunque en este mercado, 4G aún tiene bastante camino por recorrer para sustituir a sus antecesoras por completo.