Con el proceso del canje de deuda casi despejado, YPF tiene ahora por delante un nuevo desafío: cómo administrar el impacto político de una suba de precios de naftas cuando sus costos están creciendo a pasos acelerados. Este es el caso del Brent -la cotización internacional del petróleo que se toma de referencia en la Argentina-, que, desde que comenzó el año, aumentó US$10, ya que pasó de US$51,09 a los actuales US$60,41.
Este incremento de más de 19% del precio del crudo genera presión sobre los valores de las naftas y el gasoil. De hecho, según las refinerías, los precios en surtidor deberían aumentar entre 11% y 15% (según la empresa) para acompañar el alza de costos. Al aumento del petróleo se le agrega también la devaluación del tipo de cambio, que en el año subió 4,7%.
El problema mayor para YPF, desde el punto de vista político, es que los precios de los combustibles ya aumentaron tres veces en los 38 días que van del año, y acumulan un alza de 7,5% para las naftas y de 8,5% para el gasoil. Pero estos aumentos no fueron para mejorar la rentabilidad de las empresas, sino para trasladar al surtidor las subas en el impuesto a los combustibles y las actualizaciones de los precios de los biocombustibles, que por ley se usan para el corte de la nafta y el gasoil.
La venta de combustibles representa entre el 70% y 80% de los ingresos de YPF, es su principal negocio. Por lo tanto, si los precios en surtidor no se actualizan en proporción a los costos, la empresa dispone de menos capital para invertir en la producción de gas y petróleo. Para este año, YPF se propuso desembolsar US$2100 millones total en estos conceptos para aumentar la oferta en el mercado local.
El mercado de los combustibles no está regulado por el Estado -como sí sucede con las tarifas de gas y luz, por ejemplo-, pero los gobiernos inciden en estos precios a través de YPF que tiene el 55% del despacho de nafta y gasoil. En un sector tan competitivo, ningún jugador mueve sus precios sin que lo haga primero YPF.
En el mercado internacional de petróleo, nadie se anima a predecir qué sucederá con la cotización del Brent. Luego de tocar un mínimo de US$19, en 2020, producto del impacto de la pandemia en el desplome del consumo de petróleo, desde octubre el valor se está recuperando y en solo cuatro meses aumentó más de US$20, de los cuales US$10 fueron solo entre enero y principios de este mes.
La recuperación del precio se debe al mayor optimismo que hay entre los inversores sobre la demanda de petróleo, a medida que la economía mundial se recupera, caen los contagios y avanza la efectividad de las vacunas.
Los últimos tres aumentos de precios de las naftas y el gasoil estuvieron motivados por las subas en los precios del bioetanol elaborado a partir de caña de azúcar y de maíz, y del biodiésel, que autorizó la Secretaría de Energía. Estos incrementos seguirán, aunque en menor medida, los primeros días hábiles de los próximos tres meses.
En simultáneo, el Gobierno aumentó el impuesto a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono el mes pasado y el anterior, y está oficializada otra suba el próximo 15 de marzo, que debería actualizarse en proporción a la inflación acumulada del último trimestre de 2020.
Por: Sofía Diamante