La segunda ola del coronavirus y un posible nuevo confinamiento es el principal riesgo que amenaza a la economía nacional en 2021, ya que puede estancar las posibilidades de reactivación, advierten empresarios y analistas.
Los otros desafíos tienen que ver con la atracción de la inversión, la reducción del déficit fiscal y la salud del sistema financiero.
El gerente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Gustavo Jáuregui, afirmó que un mayor riesgo para la economía boliviana sería otra medida de confinamiento por el rebrote del virus, que implicaría un nuevo freno a la dinámica en las diferentes actividades económicas ahondando la crisis económica del país.
Ante ese escenario, el Gobierno y gobiernos subnacionales deben destinar mayores recursos para enfrentar la pandemia, que podría volver a generar un nuevo desequilibrio en las finanzas públicas. “Hemos sugerido fortalecer la inversión privada, que se constituye como en el motor de la economía, generando fuentes de empleo digno y formal en el país. Con este tipo de medidas se fortalece tanto la demanda como la oferta”, dijo.
La CNC estima que por un efecto rebote la economía crecerá en un 4% en el año 2021.
Dependiendo de la evolución de la pandemia y de las medidas que se asuman, el comercio exterior tendería a estabilizarse.
La CNC propone un pacto público-privado por la productividad y empleo.
La directora del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad), Beatriz Muriel, coincidió en que el riesgo más importante está asociado con la crisis sanitaria que fue el principal factor generador de la crisis económica del año 2020.
Todavía no se conoce la dimensión de la segunda ola en el país, pero puede llevar a nuevas restricciones a los mercados y limitar el desempeño productivo.
El segundo riesgo está asociado con la baja de inversiones, ya que los problemas derivados del clima de negocios persistirán.
“El periodo de precios altos de las materias primas –entre 2004 y 2014– parece que no retornará, el sector público tendrá que ajustarse a la realidad de menores recursos, promoviendo, sobre todo, un gasto más eficaz y eficiente y dirigido de mejor manera a reactivar el sector productivo del país”, puntualizó.
Además, por el carácter procíclico de los ingresos laborales, y aún por el efecto de la Covid-19, Muriel advirtió que la pobreza aumentará y serán necesarias políticas públicas más focalizadas hacia las poblaciones más vulnerables.
Auguró que los ingresos de gas natural no serán los mismos de los años de bonanza, lo que limitará el desempeño económico, pero sobre todo dificultará los gastos con la reducción de las regalías y del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH).
Para el analista financiero Jaime Dunn las principales dificultades tienen que ver con la atención a la salud y disponer los recursos necesarios para contratar personal y enfrentar la segunda ola de Covid-19 y garantizar un presupuesto para las vacunas.
Además, dijo que es importante que la crisis económica no avance hacía una crisis financiera. Explicó que desde el anterior Gobierno se han estado implementado medidas adecuadas para inyectar liquidez al sistema financiero, mejorar la oferta y demanda de crédito de las personas y empresas, mantener la cadena de pagos y evitar que se caiga en insolvencia.
“Lo peor que puede suceder es que la gente no pueda pagar créditos y se debe mantener la estabilidad del sistema financiero. Las entidades han estado con un profundo estrés por el diferimiento de créditos”, remarcó.
Dunn destacó la aprobación de los fideicomisos por más de 911 millones de bolivianos que aprobó el Gobierno para apoyar con créditos a las empresas del sector productivo. Las micro, pequeñas y medianas empresas son una fuente importante de generación de empleo y en ese sentido todas las políticas de apoyo a ese sector son positivas.
Los desafíos tienen que ver con la reactivación de la economía y el empleo, controlar el déficit fiscal y disminuir el déficit en la balanza de pagos.
Las estimaciones del Gobierno y de los organismos internacionales prevén un crecimiento del PIB de alrededor del 5%.
De acuerdo con Morales este pronóstico es realista porque la disminución del PIB en el 2020 ha sido del 8% y llegar a un 5% no es difícil si se controla la pandemia. “Nuestras unidades económicas son pequeñas, lo que les da la posibilidad de reaccionar rápidamente y se prevé también la reactivación económica de otros países del mundo, en particular de los países vecinos lo que tendrá un efecto positivo para nuestra economía y los precios de las materias primas tienden a restablecerse”, destacó.
Añadió que el Gobierno puede acelerar este proceso a través de varias medidas: a) mejorar la institucionalidad de las empresas públicas y tomar medidas urgentes para evitar pérdidas recurrentes, b) mejorar las relaciones diplomáticas de Bolivia, c) apoyar la agricultura del altiplano y de los valles y d) apoyar la recuperación de las pequeñas y microempresas.
Expresidente del BCB dice que la situación fiscal es muy difícil
El expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB) Juan Antonio Morales señaló que además del control de la pandemia, que exigirá mayores recursos del Gobierno, se tienen otros gastos fiscales y menores ingresos y la situación fiscal es particularmente difícil.
Adelantó que la reactivación no va a ser rápida porque el aparato productivo ha quedado muy dañado por la pandemia, aunque por efecto rebote se tendría un crecimiento superior al 5% para el 2021.
Ese crecimiento no compensaría empero la caída de 8,4% proyectada para el 2020.
“El efecto estadístico del rebote viene de que el decrecimiento del 2020 ha achicado el PIB y que incrementos de la producción tienen un efecto porcentual mayor al que tendrían si el PIB no se hubiera encogido”, explicó Morales.
Otro fenómeno favorable es la recuperación de los precios internacionales de metales y soya. “Esos bienes primarios están ahora con precios mayores a los de hace un año y los que se tenían al comienzo de la pandemia”, destacó.
Los indicadores de desempeño del sistema financiero son buenos pero hay amenazas como las de una prolongación del diferimiento. Esa amenaza es especialmente importante para las IFD y las entidades más pequeñas, añadió.